Etiqueta: Democracia real

El templo del saber

 

Los peligros de escuchar a contertulios teledirigidos:

El templo del saber.

La sombra de la duda

La transparencia es necesaria:

La sombra de la duda.

 

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La nave de los locos

Hay mucho miedo y muy poca vergüenza en la casta política

La nave de los locos.

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LA MANDOLINA DEL CAPITÁN BERLUSCONI

La mandolina del capitán Berlusconi

Una mediocre película del director de John Madden, titulada “La mandolina del capitán Corelli”, protagonizada por Penélope Cruz y Nicolas Cage, nos cuenta como las tropas italianas ocupan un pueblo griego durante la Segunda Guerra Mundial y de cómo los soldados fascistas actúan más como veraneantes de la soleada Cefalonia, que como tropas de ocupación.

El film no pasará a la historia del cine, pero nos da una visión del carácter de los italianos, acostumbrados a sacar una sonrisa en la situación más difícil y de cómo su sentido del humor tan especial, no exento de cierto conformismo, les ayuda a sobrellevar sus avatares… y si la cosa se pone dura, cogen la mandolina y un par de tenores aficionados y entonan un “O sole mio”, en menos que lo canta un gallo.

Las pasadas elecciones en el vecino país nos han dejado un regusto a opereta. Al contrario que otros columnistas, yo no creo en que el resultado sea el de una Italia ingobernable. ¿Existió alguna vez, en nuestra era, una Italia gobernable? Tal vez esta vez hayan rizado el rizo y la melodía saliente de la mandolina chirrié un poco, pero acabará sonado. No sé cómo, pero sonando.

Y la culpa no la tienen los votantes. Analizando la situación nos encontramos con un peculiar panorama. En primer lugar el nombre de las coaliciones que se presentaron a las elecciones es de lo más pintoresco y contradictorio. El ¿partido? hasta ahora en el gobierno se hace llamar: “La elección cívica”, cuando es un grupo de tecnócratas impuesto por la Unión Europea (léase Merkel) que poco o nada han podido hacer para paliar la situación actual. La coalición se presentó con el nada sugerente nombre de: Con Monti por Italia, es decir, alguien a quien jamás han elegido los italianos debe salvar a la patria. Los resultados han sido los esperados: el menos votado de los que han obtenido representación parlamentaria.


El teórico ganador con más de diez millones de votos ha sido Pier Luigi Bersani del Partido Democrático, y que sin embargo, no podrá formar un gobierno estable porque el partido de Berlusconi, un político a quien le encanta que le toquen la mandolina, ha obtenido cerca de diez millones de votos y la parte más suculenta del Senado Italiano. El regreso del “cavalieri” es sorprendente, tanto como el nombre de su coalición: El Pueblo de la libertad. Tiene bemoles la cosa. Y no obstante, hay que respetar la opción de tantos millones de ciudadanos. ¿Le han sido perdonados sus pecados? ¿También les gusta la mandolina a sus votantes? No sé, pero el resurgimiento de Berlusconi sólo es comparable a la irrupción del tercero en discordia: Beppe Grillo.

Un cómico, sin experiencia política y con una coalición con nombre de hotel de costa: Movimiento cinco estrellas, ha conseguido cerca de nueve millones de votos. Esto da mucho que pensar… a todos los europeos. Tal vez la solución sea ésta: mucho humor y mucho sentido común, que la clase política ha convertido en el menos común de los sentidos. Quizás el recurso para nuestras desdichas fuera una coalición presidida por el Gran Wyoming, sobrado de humor, sentido común y agudeza mental.

Siguiendo el símil, ¿se imaginan a Wyoming en coalición gubernamental con Rajoy o con Rubalcaba? ¿Se lo imaginan firmando el concordato con la Santa Sede? Pues eso es lo que les espera a nuestros vecinos mediterráneos, eso, o nuevas elecciones.

Paralelamente, y en la misma Italia, la dimisión del último Papa deja vacante el sitial de San Pedro. Como no está bien visto un corte de puñetas de tan alto dignatario, Benedicto XVI ha optado por lo más sensato y olvidarse de las disputas que, sí, son de este mundo. Desde la tarde del jueves Su Santidad – que seguirá conservando este título – ya no es infalible y, ya liberado de tanta carga, puede dedicarse a sus libros y a tocar la mandolina, si es que le gusta.

Ahora el jefe es el Camarlengo, y pronto tendremos una reunión o cónclave, de orondos señores vestidos de púrpura y llenos de puntillas, que con toda la pompa y boato que requiere el asunto, elegirán al representante de Dios en la tierra. Durante sus deliberaciones y votaciones, seguidas de la esperada “fumata”, permanecerán totalmente aislados. ¡Se imaginan ustedes la cantidad de chistes y chismes que se contarán en su obligado retiro! Que si mira que casulla lleva, que si está viejísimo, que a saber en qué iglesias habrá ejercido…Y sobre todo, ¿se imaginan qué movimientos, acuerdos, coaliciones y desacuerdos se montaran para elegir al definitivo sucesor? ¿Habrá entre los candidatos alguien con sabiduría, humor y suficientemente risueño para equilibrar los deberes de su cargo con el principio aristotélico de la risa sana?

Así que Italia se encuentra con el sillón de presidente vacante, la silla de San Pedro también y paralelamente Iberia quiere ir a la huelga. Malos tiempos para ir de vacaciones a Roma… a menos de que se lo tomen con mucho humor.

Personalmente, veo positivo quitarle un poco de la falsa seriedad e hipocresía en que está imbuida la política y abrir nuevas perspectivas, para que de los pueblos fluyeran opciones validas y novedosas. Sería interesante ver el rostro impenetrable de la Merkel, enfrentándose a Grillo y a Wyoming; antes de que pudiera decir algo, ya le habrían hecho media docena de chistes, algunos con mandolina incluida.

Como dice Serrat: puestos a escoger, soy partidario de las voces de la calle, más que del diccionario; prefiero un buen polvo a un rapapolvo… y la Revolución a las pesadillas.

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El ejemplo de Islandia

El ejemplo de Islandia

El último debate sobre el estado de la Nación y el primero de la era Rajoy, nos dio un ejemplo muy claro de lo que podemos esperar. Empecinados todos en salir de una crisis que no es del pueblo, pero que tiene que pagar el pueblo, nos piden paciencia esfuerzo y resignación. Mientras, los culpables, siguen pagándose dividendos, echándonos de nuestra casa, despidiéndonos de nuestros empleos y engordando sus cuentas en Suiza.

La gente se pregunta y me pregunta (pobre de mí) qué hay que hacer, puesto que sus representantes duermen la siesta de los indiferentes y de los culpables, cuando menos la de los cómplices. Mientras medito, escucho las palabras de Rajoy, de que en su partido ya no están los responsables – trata de referirse a los corruptos y corruptores – pero yo tomo la frase literalmente y entiendo que, hoy por hoy, el PP es un partido de irresponsables. Y trato de hallar una respuesta convincente.

El siglo XXI es el siglo de las enfermedades mentales, entre ellas la temida depresión, en la que muchos trabajadores europeos caerán para que unos cuantos salven sus fortunas. Y la solución no está en los fármacos que atontan o inhiben, la solución, queridos lectores, está en encontrar la salida y ver la luz. Ya sé que es muy difícil, pero es la única forma: gritarle al mundo que estás vivo.

Al igual que en la depresión individual, la colectiva se ve acompañada de la desesperanza, porque nos resulta muy difícil confiar en que todo esto acabe bien. La palabra desciende de la latina depressio que significa, opresión. Y ese es el estado de ánimo de las gentes: se sienten oprimidas, abatidas, incapaces y puteadas.

Y de nuevo surge la pregunta: cómo acabar con todo esto. Y mi meditada respuesta, apuntada en otros escritos, solamente tiene un nombre: Revolución. No, no se trata de una revolución violenta y cruenta, no. No les voy a dar el gusto de que me acusen de incitador, sólo soy un ciudadano libre en busca de soluciones sensatas pero radicales, porque está visto que los antidepresivos y parches Sor Virginia que nos proporcionan los gobernantes, no bastan. Son como aquellos amigos que se muestran complacientes con lo de, pobrecito…ya pasará, escaso favor les hacen, cuando lo que necesitan es un buen empujón y una verdad, aunque duela.

Y cuando hablamos de cambios radicales y revolucionarios, tenemos que buscar el ejemplo de Islandia que se negó a pagar las veleidades, corrupciones y chorizadas de otros.

Probablemente muy pocos de ustedes estarán informados de todo cuanto aconteció y acontece en la isla ártica. Un secreto muy bien guardado, difícil de tocar por los medios de comunicación europeos, pertenecientes o influenciados, en su mayoría, por uno u otro grupo político.

Islandia fue capaz de perseguir y acabar con un gobierno corrupto y unos representantes ineficaces y meter entre rejas a los responsables de la crisis financiera, aunque hubiesen huido del país. Fueron competentes para enfrentarse a la voracidad financiera, nacionalizar su banca y cubrir los depósitos de los pequeños ahorradores y lo más importante, redactar una nueva Constitución y decidir que jamás el gobierno – o sea el pueblo – pagaría ninguna pérdida empresarial o bancaria. Y todo gracias a la movilización de todos los ciudadanos, hartos de tanta corruptela, desidia y traición.

La génesis de todo la encontramos en el 2008, cuando el país era uno de los más avanzados del mundo con un 8% de su PIB dedicado a la enseñanza. Los tres bancos mayoritarios fueron los precursores de lo que luego sucedería en Estado Unidos o en Europa, su deuda era seis veces el PIB del país. El gobierno publicó una ley llamada de “emergencia” donde nacionalizaba los tres bancos, se hacía cargo de la deuda y permitía un corralito a la medida del fraude y la corrupción. Se devaluó la moneda y los islandeses vieron sus ahorros confiscados, ni siguiera podían utilizar sus tarjetas de crédito, la deuda se disparó y los voraces bancos ingleses y holandeses fueron subiendo sus intereses sin que el FIM dijera: este desastre puede afectarnos.

La bolsa cayó un 76% y los gobiernos inglés y holandés pidieron que el pueblo islandés cubriera la deuda que tenían sus bancos. No se extrañen, en España lo consagramos cambiando la Constitución – tan intocable para otras cosas -, ¿recuerdan el texto?: “EL cobro de la deuda y sus intereses es prioritario”, decía más o menos.

Así las cosas, los islandeses se hartaron y empezaron con concentraciones en plazas y calle. Un nuevo gobierno de una coalición de izquierdas, investigó a los responsables de los bancos, a los de hacienda y a los políticos. La navidad del 2009, la gente rechazó a través de un referéndum pagar la deuda y los intereses de bancos y empresas. Ningún estado soberano debe rescatar las empresas privadas.

Hoy, Islandia sigue luchando por su independencia económica, con dificultades. Renegociaron la deuda externa consiguiendo alargar los 15 años impuestos a 37 y rebajar los intereses del 5% al 3%. Hoy saben que su destino lo deciden ellos y no cuatro financieros y media docena de políticos corruptos.

Ya ven ustedes que hay soluciones, pero que pasan por la exigencia de que los partidos limpien de sospechosos sus filas, denuncien y expulsen a sus ovejas negras e impongan una calidad ética y profesional a sus candidatos; que los banqueros, defraudadores, evasores, especuladores y corruptos, paguen con sus patrimonios y su libertad los delitos cometidos; prestar más atención a las demandas ciudadanas que a través de la red o por peticiones firmadas vayan surgiendo: la verdadera democracia es cuando el pueblo tiene la palabra; que la justicia actué y que jueces y fiscales tengan que demostrar la bondad de sus actuaciones a riesgo de ser apartados; total transparencia en las actividades públicas de funcionarios y políticos.

Todo esto implica, sobre todo, una nueva Constitución en la cual se aborde en primer lugar la forma de Estado, dejándonos de concepciones obsoletas y ridículamente protocolarias y luego, todo lo que permita recuperar la soberanía popular, para que nunca más vuelva a suceder lo acontecido.

Ese es el verdadero cambio, la revolución necesaria. Sobre todo no escuchéis los cantos de sirena de que no es el momento, de que hay otras prioridades, de que ahora van a ser honestos…todo son excusas para parar lo que ya está en marcha.

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