El día 22 de febrero de 1939 fallecía en Colliure (Francia) Antonio Machado. En mi novela,https://pinguinosenparis.com/ dos de los protagonistas, Nicoletta y Robert Capa lo saludan en el Hotel Majestic de Barcelona. El poeta y algunos de sus familiares están en la ciudad condal huyendo del avance de los franquistas. Vivirán algunos días en el establecimiento hotelero de Paseo de Gracia para trasladarse a el 25 de abril del 38 a Torre Castanyer en el barrio barcelonés de Sant Gervasi.
Hotel Majestic, sala de fumadores, donde Machado conversa con Nicoletta y Robert Capa y Torre Castanyer, a la derecha de la foto tras los pinares.
La última residencia de Machado en España, la casa Castanyer. Foto de Barcelofilia
En Barcelona colaborará, como ya venía haciendo desde 1937, con el periódico La Vanguardia en el que escribirá su último artículo en enero de 1939. El día 22 de enero, ante la inminente entrada de las tropas golpistas, decide partir para exilio… es decir, para la muerte. Agotado y con la salud muy mermada llegará a Pot Bou y se refugiara en Colliure el 28 de enero. Apenas le queda un mes de vida para recordar a Leonor Izquierdo, aquella niña que le robó el corazón en Soria, su efímero pero gran amor. “Adiós, madre” fueron sus dos últimas palabras; en su viejo gabán encontraron un pedazo de papel en el que había garabateado su último verso: “Estos días azules y este sol de la infancia”.
Esculturas de Antonio Machad en Baeza y Leonor Izquierdo en Soria
Tiempos felices. Foto de La Vanguardia
Antonio Machado. Poeta y maestro por excelencia, fue el más joven de la Generación del 98. Republicano y creyente, de su Dios y del género humano. Según Gerardo Diego, “hablaba en verso y vivía en poesía”. No pudo resistir la derrota republicana.
Entierro en Colliure.Foto de La Vanguardia de Barcelona
Poema de Antonio Machado
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar.
Pero aquí abajo, abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve.
Con su fe veterana
el Sur también existe.
Mario Benedetti (El Sur también existe)
Mucho antes de que los estados del norte dieran una solemne paliza a los del sur en la Guerra Civil Norteamericana, la sociedad industrial había creado, además de las clases, una diferencia económica y política de las zonas septentrionales respecto a las meridionales. Con las excepciones que confirman la regla, en la mayoría de los continentes, países o regiones, axiomáticamente el norte es más rico y poderoso que el sur.
Europa ha subyugado a África y América para despojarles de sus riquezas naturales y esta última, además, ha recibido doble sometimiento, considerando el abuso fratricida de su propio norte. Por su parte, Asia, ha sido explotadora y explotada según el momento histórico y el contexto geográfico. Nos es igual si hablamos del colonialismo europeo, de la expansión estadounidense o del estalinismo soviético. Unos trabajan y sufren y otros se benefician con el sudor y la sangre ajena.
Sin embargo, la cosa está cambiando y tal vez nos encontremos con el resurgimiento del castigado sur en detrimento del septentrión. Europa está vieja y cansada, no le salen las cuentas y sus políticos chochean; los Estados Unidos, por vez primera desde Monroe, miran hacia sus problemas domésticos y dejan de meter las narices en fregados ajenos, y los magnates y mangantes rusos están más por comprar equipos de fútbol y beber vodka que en conservar poder territorial.
Los mercados han cambiado de polo y las expectativas también. Las revoluciones y las ideas aparecen en latitudes sudamericanas y asiáticas. Si consiguen olvidarse de las herencias, las dictaduras, los refugios místicos, las madres patrias o del gigante del norte y crean su propia identidad, gestionan sus recursos y desarrollan sus posibilidades, pueden dirigir su propio destino de una vez por todas.
Tenemos el ejemplo de China, siempre explotada y ocupada, siendo fecundamente inventora, reformadora y sabia, cuando Europa era un pestilente lugar medieval, lleno de catedrales a medio construir, azotada por la muerte negra y plagada de señores feudales que nunca se habían dado un buen baño. O el paradigma de la denodada África, cuyas reservas en recursos son todavía, y a pesar del paso de las gentes del norte, extraordinarias.
Pero como todo lo innovador, el sur, tiene que estar atento a su nueva condición. No es suficiente con desearlo, con disponer de medios y de gentes, de amplios mercados y de recursos naturales; es necesario no cometer los errores del norte.
Los peligros son muchos y los antiguos amos siguen dispuestos a mantener su estatus, aunque ya no tengan fuerza para ello. Se sirven de sus imitadores, gentes dispuestas a seguir expoliando aunque sea a su propio pueblo. Presidentes de tres al cuarto, paradójicamente, o quizás para ello, educados en universidades europeas o norteamericanas – disculpen los mejicanos y canadienses -; santones que tratan de seguir jodiendo al pueblo en nombre del misticismo y no me refiero concretamente al actual Papa, aunque sea significativa su nacionalidad; falsos revolucionarios o grandes iluminados.
El sur tiene que superar a los voceras, convivir con las religiones pero separándolas del aparato del estado, huir del enfrentamiento tribal, escapar del capitalismo opresor, confiar en su propia revolución y no en las impuestas; creer en sus proporcionadas fuerzas y méritos. No rendirse.
Apartando lo inútil y usando lo que sirve. Con su fe veterana… en ellos mismos. Que, ahora, amigos, el sur existe más que nunca.
La silla de San Pedro está vacante y las sandalias del pescador vacías. La barca cuyo primer timonel fue San Pedro, está a la espera de alguien que la gobierne.
Ciento quince purpurados serán los encargados de sugerir o votar al representante de Dios en la tierra, los que superen los 80 años no podrán votar pero sí ser elegidos. La mismísima capilla Sixtina acogerá las deliberaciones y las pinturas de Miguel Ángel recogerán todo lo que allí se diga… pero no lo que allí se piense o se pacte. Serán las voces y sus ecos, pero no las manipulaciones ni las ideologías, porque si es difícil entrar en la mente de cualquiera de nosotros, resulta imposible penetrar en el pensamiento de un místico, cuajado de experiencia estratégica y reconvertido en decisorio elector.
Esta vez los cardenales, según Lombardi, portavoz vaticano, no tienen prisa por encontrar al pescador de almas. Son diversos los motivos, algunos pretenden aclarar lo del escándalo Vatileak; de sus documentos queda mucho por desvelar. Intrigas y artimañas dignas de la Edad Media, se esconden entre sus secretos. Lombardi ha comentado en el editorial semanal de Radio Vaticano que: “Hay quienes buscan aprovecharse del momento de sorpresa y desorientación para sembrar confusión y echar descrédito a la Iglesia a través de la maledicencia, la desinformación y la calumnia”. Y no se refiere a elementos externos de la curia y del Vaticano.
Por otro lado, se da la terrible circunstancia de que no todo está claro entre los purpurados. Una docena de ellos están involucrados e imputados, bien por acción, bien por omisión, es decir por complicidad, en los casos de pederastia tan numerosos e indecentes en la Iglesia católica. Muchos de ellos han olvidado lo que representan, cegados por sus vicios, codicia o impiedad. Un vídeo del Santo Padre en una de sus visitas nos demuestra la arrogancia y la falta de la más mínima ética cristiana de algunos de sus cardenales. Benedicto, envejecido y cansado, trata de extenderles su mano y algunos panzudos soberbios le rechazan el gesto, incapaces de entender lo que es la caridad; indignos de calzar algún día las sandalias del pescador.
El último debate sobre el estado de la Nación y el primero de la era Rajoy, nos dio un ejemplo muy claro de lo que podemos esperar. Empecinados todos en salir de una crisis que no es del pueblo, pero que tiene que pagar el pueblo, nos piden paciencia esfuerzo y resignación. Mientras, los culpables, siguen pagándose dividendos, echándonos de nuestra casa, despidiéndonos de nuestros empleos y engordando sus cuentas en Suiza.
La gente se pregunta y me pregunta (pobre de mí) qué hay que hacer, puesto que sus representantes duermen la siesta de los indiferentes y de los culpables, cuando menos la de los cómplices. Mientras medito, escucho las palabras de Rajoy, de que en su partido ya no están los responsables – trata de referirse a los corruptos y corruptores – pero yo tomo la frase literalmente y entiendo que, hoy por hoy, el PP es un partido de irresponsables. Y trato de hallar una respuesta convincente.
El siglo XXI es el siglo de las enfermedades mentales, entre ellas la temida depresión, en la que muchos trabajadores europeos caerán para que unos cuantos salven sus fortunas. Y la solución no está en los fármacos que atontan o inhiben, la solución, queridos lectores, está en encontrar la salida y ver la luz. Ya sé que es muy difícil, pero es la única forma: gritarle al mundo que estás vivo.
Al igual que en la depresión individual, la colectiva se ve acompañada de la desesperanza, porque nos resulta muy difícil confiar en que todo esto acabe bien. La palabra desciende de la latina depressio que significa, opresión. Y ese es el estado de ánimo de las gentes: se sienten oprimidas, abatidas, incapaces y puteadas.
Y de nuevo surge la pregunta: cómo acabar con todo esto. Y mi meditada respuesta, apuntada en otros escritos, solamente tiene un nombre: Revolución. No, no se trata de una revolución violenta y cruenta, no. No les voy a dar el gusto de que me acusen de incitador, sólo soy un ciudadano libre en busca de soluciones sensatas pero radicales, porque está visto que los antidepresivos y parches Sor Virginia que nos proporcionan los gobernantes, no bastan. Son como aquellos amigos que se muestran complacientes con lo de, pobrecito…ya pasará, escaso favor les hacen, cuando lo que necesitan es un buen empujón y una verdad, aunque duela.
Y cuando hablamos de cambios radicales y revolucionarios, tenemos que buscar el ejemplo de Islandia que se negó a pagar las veleidades, corrupciones y chorizadas de otros.
Probablemente muy pocos de ustedes estarán informados de todo cuanto aconteció y acontece en la isla ártica. Un secreto muy bien guardado, difícil de tocar por los medios de comunicación europeos, pertenecientes o influenciados, en su mayoría, por uno u otro grupo político.
Islandia fue capaz de perseguir y acabar con un gobierno corrupto y unos representantes ineficaces y meter entre rejas a los responsables de la crisis financiera, aunque hubiesen huido del país. Fueron competentes para enfrentarse a la voracidad financiera, nacionalizar su banca y cubrir los depósitos de los pequeños ahorradores y lo más importante, redactar una nueva Constitución y decidir que jamás el gobierno – o sea el pueblo – pagaría ninguna pérdida empresarial o bancaria. Y todo gracias a la movilización de todos los ciudadanos, hartos de tanta corruptela, desidia y traición.
La génesis de todo la encontramos en el 2008, cuando el país era uno de los más avanzados del mundo con un 8% de su PIB dedicado a la enseñanza. Los tres bancos mayoritarios fueron los precursores de lo que luego sucedería en Estado Unidos o en Europa, su deuda era seis veces el PIB del país. El gobierno publicó una ley llamada de “emergencia” donde nacionalizaba los tres bancos, se hacía cargo de la deuda y permitía un corralito a la medida del fraude y la corrupción. Se devaluó la moneda y los islandeses vieron sus ahorros confiscados, ni siguiera podían utilizar sus tarjetas de crédito, la deuda se disparó y los voraces bancos ingleses y holandeses fueron subiendo sus intereses sin que el FIM dijera: este desastre puede afectarnos.
La bolsa cayó un 76% y los gobiernos inglés y holandés pidieron que el pueblo islandés cubriera la deuda que tenían sus bancos. No se extrañen, en España lo consagramos cambiando la Constitución – tan intocable para otras cosas -, ¿recuerdan el texto?: “EL cobro de la deuda y sus intereses es prioritario”, decía más o menos.
Así las cosas, los islandeses se hartaron y empezaron con concentraciones en plazas y calle. Un nuevo gobierno de una coalición de izquierdas, investigó a los responsables de los bancos, a los de hacienda y a los políticos. La navidad del 2009, la gente rechazó a través de un referéndum pagar la deuda y los intereses de bancos y empresas. Ningún estado soberano debe rescatar las empresas privadas.
Hoy, Islandia sigue luchando por su independencia económica, con dificultades. Renegociaron la deuda externa consiguiendo alargar los 15 años impuestos a 37 y rebajar los intereses del 5% al 3%. Hoy saben que su destino lo deciden ellos y no cuatro financieros y media docena de políticos corruptos.
Ya ven ustedes que hay soluciones, pero que pasan por la exigencia de que los partidos limpien de sospechosos sus filas, denuncien y expulsen a sus ovejas negras e impongan una calidad ética y profesional a sus candidatos; que los banqueros, defraudadores, evasores, especuladores y corruptos, paguen con sus patrimonios y su libertad los delitos cometidos; prestar más atención a las demandas ciudadanas que a través de la red o por peticiones firmadas vayan surgiendo: la verdadera democracia es cuando el pueblo tiene la palabra; que la justicia actué y que jueces y fiscales tengan que demostrar la bondad de sus actuaciones a riesgo de ser apartados; total transparencia en las actividades públicas de funcionarios y políticos.
Todo esto implica, sobre todo, una nueva Constitución en la cual se aborde en primer lugar la forma de Estado, dejándonos de concepciones obsoletas y ridículamente protocolarias y luego, todo lo que permita recuperar la soberanía popular, para que nunca más vuelva a suceder lo acontecido.
Ese es el verdadero cambio, la revolución necesaria. Sobre todo no escuchéis los cantos de sirena de que no es el momento, de que hay otras prioridades, de que ahora van a ser honestos…todo son excusas para parar lo que ya está en marcha.