EL APOCALIPSIS

Calendario Maya

EL APOCALIPSIS QUE NOS AGUARDA

Una vieja leyenda maya sitúa el fin de nuestra civilización para diciembre del próximo 2012. A tenor de lo dicho, quedan apenas dos años para que todo se vaya al traste, tal y como cuenta una mediocre película norteamericana cargada de efectos especiales, terremotos y tsunamis y que produce más risa que preocupación.
Los antiguos mayas fueron demostrados entendidos de los secretos celestiales, gracias a sus profundos conocimientos de la astrología y establecieron un increíble calendario cósmico. Eso les permitía predecir inundaciones, grandes tormentas y hasta la inversión de los campos magnéticos del planeta. Su civilización se extendió por una vasta región en el Sur-sureste de México y otros territorios y se prolongó por espacio de 3.000 años. Sus ciudades, construcciones, canales y pirámides, nos dan una muestra clara de su avance técnico y científico. Su popular, misterioso e insólito calendario preveía que cada 5.125 años se iniciaba una nueva era con la llegada de un nuevo sol, es decir, un nuevo período para la humanidad. Sus profecías llegaron hasta el nacimiento del “Quinto Sol”, exactamente el sábado 23 de diciembre de 2012, en ese momento la alineación planetaria producirá profundos cambios cósmicos y telúricos que iniciaran un cambalache esencial en la humanidad tal y como la conocemos. Incluso aparece la historieta en uno de los relatos del libro que, junto a mis dos amigas Carmen Muñoz y Carmen Huerto, acabamos de publicar.
A partir de esas conjeturas, cada cual arrima el ascua a su sardina y tenemos un montón de versiones – brillantes, según quién las expone – que cubren todos los gustos, desde la científica hasta la catastrofista. Muchas de estas opiniones las encontraran en reportajes televisivos, artículos, libros, películas, teorías ecologistas y esotéricas. Cualquiera de los argumentos que expongan esos dictámenes pueden ser respetables o impresentables; sinceros o hipócritas; serios o estrafalarios, cautos o exagerados, pero ninguno irrefutable. Sus pontífices se basaran en tormentas solares, calentamientos globales, avisos naturales, augurios y teorías regenerativas. Sin embargo, deberemos esperar al guarismo amenazante para saber de qué se trata.
El final del último Katum, como llamaban los mayas a las eras que predecían y al que bautizaron como “el tiempo del no tiempo”, no anuncia – digan lo que digan otras voces – el apocalipsis, sino el fin de una época, el termino de un período. La humanidad continuará su andadura y nuestro planeta su eclíptico desplazamiento por ese universo que no deja de expandirse. Sí, fue la última profecía de los mayas pero no porque no creyeran en la continuidad de la raza humana, es que no les dio tiempo a hacer más; llegaron unos dioses del otro lado del mar y les desmontaron el invento. A golpe de espada y –porque no decirlo – de cruz, aquellos centauros insaciables destruyeron en un plis, plas, un imperio milenario y sabio; pero también cruel, hierático, insolidario y sangriento. Sus sacerdotes jugaban con la ignorancia del Pueblo y sus soberanos y caciques abusaban de sus prebendas a costa de sus administrados y vasallos. Algo que nos resulta muy familiar.
Parte de este control social se ejercía en nombre y bajo el temor de los dioses (en eso tampoco hemos cambiado). El principal de ellos era Hunab Ku, considerado como el eje central de la galaxia. Había otros dioses como Chaac, el dios de la lluvia, y del que hablaremos más tarde, o la famosa serpiente emplumada, es decir Kukulkán, dios del viento. Tenían una tan pintoresca como Ixtab, la diosa del suicidio. Todos con una voraz hambre de sacrificios humanos que siempre pagaba el Pueblo. Su juego más popular era el de la pelota, al que concebían como un ritual que representaba a los orígenes del mismísimo universo, era un rito de iniciación, muerte y renacimiento que pretendía justificar la acción militar y el poder político. Todo muy actual, mal nos pese. Su dominio acabó, como ya he contado, con el arribo de los conquistadores.
Sin embargo no les fue mejor con la llegada de los nuevos amos. El Jueves Santo del año 1519 la expedición de Hernán Cortés acampó en la playa en los arenales de Chalchicueyecan, un lugar cercano a la actual ciudad de Veracruz. Allí recibiría Cortés a la embajada de Moctezuma, lo demás está en los libros de historia y en una magnífica novela de László Passuth titulada “El dios de la lluvia, llora sobre México”. Como resumen les diré que con la captura de Cuaúhtemoc, último emperador mexicas, el día 13 de agosto de 1521, se finiquitó aquel imperio, prospero e inteligente, pero cruel y carnicero. A partir de ese momento se cambió el servilismo por la esclavitud; el sometimiento a los dioses mayas, por la oportunidad de obedecer a un solo dios; los sacerdotes de togas de colores y copetes emplumados por las casullas de puntillas y los bonetes; los terribles sacrificios humanos en los ensangrentados templos piramidales por la explotación piramidal a la que les sometieron los españoles. Como ven, el cambio de ciclo, sólo lo fue para cambiar de dueños. Y allí quedaron sepultados por la selva, conocimientos y avances científicos que los flamantes“descubridores” tardarían siglos en descubrir.
A partir de entonces, el calendario maya y su contenido cósmico quedaron rezagados a los terrenos de la leyenda incomprensible hasta que la vieja Europa y la naciente América fueron capaces de darse cuenta de que sus profecías tenían base científica y de que no eran viejas supersticiones urdidas por ancestros olvidados. Y se pasó de despreciar los avisos de las antiguas culturas a dotarlas de razonamientos exagerados.
Los augurios y vaticinios mayas están soportados en un conjunto de siete profecías donde se nos advierte de los cambios climáticos y ecológicos. Llamas solares, choque de cometas, olas de calor que derretirán los polos, terremotos y catástrofes varias y sobre todo la destrucción de la raza humana tal y como la conocemos. La verdad es que el famoso lapso cosmológico maya durante la conjunción planetaria de Marte, Júpiter y Saturno para el 2012, no concreta lo que dicen las profecías. No previenen el futuro, únicamente señalan que el ciclo actual comenzó el 13 de agosto del año 3113 a.C., y que los eventos de este periodo terminaran en la fecha anunciada del año 2012. ¿Y luego? Luego, comenzará otro de 5125 años, más o menos, en función de los ajustes astronómicos de estos cinco millares de años planetarios y cuyos efectos no fueron descritos porque, como he dicho, no tuvieron ocasión.
Sin embargo, todo lo anunciado en las profecías mayas va teniendo razón. Los desastres del aumento de temperatura, la previsible elevación del nivel del mar por el deshielo polar o las grandes tormentas solares, son hechos científicos y comprobados. En mi opinión – una de tantas- y que no pretende sentar cátedra, todo esto sucederá y el viejo planeta Tierra será capaz de asimilarlo. También la humanidad, que ha soportado docenas de ciclos, sobrevivirá a la llegada del “Quinto Sol”, aunque es posible que el Ártico sea navegable en verano, se extingan la mitad de los osos polares, suba cuatro grados la temperatura media de la tierra y un montón de urbanizaciones ilegales queden sumergidas en el mar. Evidentemente cambiara la flora, la fauna e incluso la geografía del planeta y eso puede considerarse una gran catástrofe, pero yo me pregunto: ¿Seremos capaces de iniciar una nueva era?
Y cuando hablo de nueva no me refiero a contactar con seres de otra galaxia o que todos nos convirtamos al budismo o al Islam, hablo de la Humanidad, de un nuevo ciclo para la raza humana. Nos les parece suficiente catástrofe lo que está sucediendo en toda África, en muchos lugares de Asia o de América, que como decía el llorado Benedetti, el Sur también existe. El verdadero cambio cosmológico estaría en concienciar a la raza humana, la “Nueva Era” sería la de igualar las oportunidades de todos los habitantes de este planeta. Los verdaderos miedos y cataclismos son los que crean cada día las modernas serpientes emplumadas, los dioses de las finanzas, los sacerdotes intolerantes, los conquistadores del engaño; el hambre y la sed, tanto de justicia como de falta de elementos. Los miedos estúpidos, impulsados por los beneficios de los grandes laboratorios, que incluyen las vacunas de dudoso efecto para pandemias de la nada o la intransigencia con sus patentes hacia los países pobres o los estúpidos miedos de los políticos haciéndoles el caldo gordo a esos laboratorios, a los financieros de guante blanco y a los “impulsores”de la música y el arte, capaces de desviar cuantiosas cantidades para sus bolsillos o a los grandes inversores de la recalificación y del chanchullo. Eso sí son catástrofes. Catástrofes evitables.
No podemos impedir la caída de un meteorito o que nos convirtamos en una luminosa estrella. Pero podemos exigir medios para que el planeta no siga deteriorándose y soluciones mundiales para evitar que haya intolerancia, injusticia social, hambre y desolación. Por lo menos, intentar paliarlas.
En la película de marras que narra el holocausto supuestamente predicho por los mayas, una pequeña parte de la humanidad se salva gracias a unas modernas arcas bíblicas. ¿Saben ustedes quiénes son los rescatados?, los responsables políticos, los poderosos, los grandes financieros y según el guión de la película, los que han podido pagar unas cantidades astronómicas para tener un lugar entre los iniciadores de una nueva civilización y aunque en la cinta norteamericana al final permiten la entrada a unos centenares de obreros chinos que han fabricado los salvadores artefactos, su destino queda escrito por la “carga”que representa todo lo que llevan. Mantenerlos, es el verdadero apocalipsis para la Humanidad. Tal vez, y no sé en qué forma, el sábado 23 de diciembre de 2012 será el punto de partida hacia una nueva concepción del mundo.